“Dios está en los detalles”
Louis Kahn
Louis Kahn, arquitecto muy unido a la mística, investigó durante toda su vida el lenguaje divino ligado a la arquitectura, fue capaz de encontrar la revelación de “La Luz” espiritual en las materialidades y composiciones, reconociendo sus distintas manifestaciones.
Kahn decía que el último fin de una obra es espiritual, donde el diálogo entre lo corpóreo y lo etéreo hablen de un Dios que se encarna en la luz para habitar entre nosotros, por ende la arquitectura debería apelar no solo a las necesidades prácticas y estéticas, sino también a lo que genera en el ser humano, la capacidad que tiene de conmover.
Pero, ¿cómo traducir esas cualidades, que son inmateriales e inconmensurables, en un edificio material y medible?
Esta fue la raíz de la búsqueda de Kahn. Una búsqueda constante por elevar la arquitectura del diseño de formas utilitarias a espacios significativos, junto con una atención rigurosa a los detalles y su capacidad de generar inspiración y trascendencia.
Este arquitecto ve la luz como la forma que tiene Dios de hablarle al hombre, sus pocas obras arquitectónicas son fieles a éste principio, el de revelar la luz para que el ojo del hombre pueda verla, y al verla percibirla y al percibirla interiorizarla. Un elogio a la luz, dando la exaltación que se merece.
Otra particularidad de Khan para su tiempo, post guerra mundial, fue “La Palabra” , el lenguaje escrito era más importante aún que los bocetos y los planos arquitectónicos, la palabra crea la realidad, la poesía se hace tangible y el arquitecto tiene la obligación de plasmar lo que el lenguaje escrito manifiesta.
Siguiendo esta línea Kahn decía que toda obra tiene una base cultural, todos los edificios tienen una esencia que es producto de la cultura y la historia vivida por el hombre, como parte de ésta y como revelación de ella misma.
¿Cómo traducir a una realidad arquitectónica todo lo que el ser humano vivencia?
“Una buena pregunta es siempre mayor que la respuesta más brillante”
| Louis Kahn |
Amamos a éste arquitecto que afirmaba: “Amo los inicios”, ese paso del silencio a la luz, de lo inexistente a lo tangible, una búsqueda constante de la existencia de las cosas.