CIUDAD ABIERTA RITOQUE

“AL PRINCIPIO ERA EL VERBO"

(génesis 1) desde la palabra nace la acción, y de la acción la construcción.

Un terreno formado por el viento, dunas móviles, volátiles, en constante cambio, tierra no dicha, tierra incierta, aquí en lo mutable nace la ciudad abierta.

Hospitalidad es la palabra pronunciada por el viento, un lugar donde su arquitectura te cobija y te envuelve en un lenguaje tan ajeno como propio, un lugar-no-lugar donde tus pies van componiendo versos y estrofas, donde la distancia entre casa y casa es necesaria para entender el poema.

La ciudad abierta de Ritoque consta de 300 hectáreas ubicadas entre el río Aconcagua y el océano Pacífico, fue construida en el año 1970 luego de un peregrinaje que realizó un grupo de poetas, artistas, escultores, filósofos y arquitectos desde Tierra del Fuego hasta Santa Cruz Bolivia, travesía donde se cuestionaron sobre el sentido del habitar profundo del ser humano en este pedazo del continente, dejando atrás la arquitectura colonial para introducirse en la cultura propia de América latina, distinguiendo las raíces, influencias y mestizajes que nos conforman.  De este viaje, a modo de ritual, nace el poema Amereida, la Eneida de América, donde las palabras poéticas son las únicas que componen las obras arquitectónicas de éste lugar mítico construido con sus propias manos y las de sus amigos, tomando cualquier material para realizar tangiblemente las casas de cada uno, una arquitectura que es concebida a través del proceso espiritual de la prosa, una poesía que a través de la dialéctica revela el lugar, donde todas las casas pasan a ser símbolos con significado y significante.

No hay métodos específicos de construcción, no hay patrones ni formas preconcebidas, no hay metodologías tradicionales, una arquitectura que rompe todos los esquemas convencionales y cuyo fin es el volver a decirse nuevamente, desde un concepto comunitario, dejando el ego arquitectónico y dando cabida siempre a los otros, una poesía hecha obra, una poesía habitada. No hay estilos, estéticas, patrones, ni ideas tipológicas, no hay conceptos maquinistas, los planos son la poesía de Amereida.

América no fue descubierta, siempre estuvo, esta ciudad no fue inventada, siempre existió.

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